Gédéon, casado y con dos hijos, fue el promotor del primer grupo de microcréditos en la localidad de Burishi, en Burundi, uno de los países más pobres de África. Con las experiencias de ese primer grupo y el proyecto «Se puede hacer», hoy miramos al futuro con nuevas ideas.
«Todo comenzó en Cangwe, un pequeño centro situado en la colina de Rukanda, donde AMU apoyó la creación de pequeños grupos de microcrédito para el fortalecimiento económico de las familias locales en 2019. Solía pasar por allí, y así es como supe de la existencia de los Grupos de Ahorro y Crédito. Mirando cómo lo hacían los demás, encontré el proyecto muy interesante. Me di cuenta de que en nuestro pueblo perdíamos una oportunidad. Así fue como se me ocurrió la primera idea y hablé con algunos amigos. Del intercambio decidimos encaminar el primer grupo de ahorro y préstamo incluso a Burishi.»
Gracias a esta pequeña semilla, la comunidad se ha convertido en un «modelo» en las actividades de microcrédito y desde 2020 ha sido incluida en el proyecto más amplio de Microcrédito y Microfinanzas comunitarias «Se puede hacer», que se lleva a cabo en 6 provincias del país. El objetivo es que los miembros de los grupos puedan fortalecerse y acceder a créditos cada vez mayores a través de la formación y el acompañamiento constante por parte de CASOBU y AMU.
Las actividades generadoras de ingresos en esta localidad giran principalmente en torno a la agricultura: el cultivo de mandioca y aceite de palma, la ganadería y el pequeño comercio.
Un grupo de microcrédito comunitario en Burundi
«Estar juntos en el grupo de ahorro y crédito nos ha ayudado mucho», continúa Gédéon. «El grupo es una oportunidad para que juntemos nuestros ahorros y pensemos en actividades generadoras de ingresos que podemos hacer juntos, además de las individuales. Nuestro grupo se llama «Turwanyubunebwe», que significa «lucha contra la pereza» en kirundi. Después del nuestro, otros cinco grupos nacieron en mi pueblo. Ahora, con nuestros ahorros, podemos tener crédito, hacer negocios y proveer a nuestras familias.»
A través de la supervisión y el apoyo recibidos dentro de los grupos, los beneficiarios se han dado cuenta de que pueden ser los motores de su propio desarrollo y también pueden desarrollar nuevos modelos de negocio.
«Hubo momentos en los que, después de ahorrar y prestar a los solicitantes, quedaba dinero en el fondo, entonces pensamos en una idea para mantener el dinero en circulación: hacer un negocio colectivo. Hemos optado por criar vacas, cabras, cerdos e incluso ovejas dando el animal por turnos a uno de los componentes una vez comprado. De esta manera, los miembros no sólo tienen leche y estiércol, esenciales para vivir y fertilizar los campos, sino que también financian otras actividades del grupo cuando se vende el animal. Actualmente tenemos un total de 6 vacas, 3 cerdos, 2 ovejas y 1 cabra, sin contar sus crías.» Gédéon y su grupo ahora están pensando en el futuro y en cómo desarrollar nuevas ideas empresariales para apoyar a sus familias pensando siempre en la comunidad:
«Con el tiempo, nos gustaría adquirir un molino de mandioca. Nuestro sueño es realizar, a través del microcrédito comunitario, una actividad que sea como una herencia para nuestra comunidad, un testimonio que hable de la experiencia vivida en este grupo.»