Judy trabaja desde hace tres años en el centro EHIS de Alepo [E.H.I.S. (École d’Habilitation et d’Initiation pour les Sourds) ] nacida para asistir en el estudio a niñas y niños sordomudos.
Este año la clase está compuesta por 10 estudiantes, todos sordos y, para apoyar a Judy con el lenguaje de signos, trabaja una chica que se graduó el año pasado.
Para Judy, el centro EHIS en Alepo (que forma parte del Programa de Emergencia Siria – Semillas de Esperanza) se ha convertido en su segundo hogar, donde pasa muchas horas trabajando incluso fuera de horario. Ahora lo considera una parte esencial de su vida y su trabajo se ha convertido en una respuesta al amor que recibió a su llegada.
A lo largo de los años ha aprendido que el centro EHIS de Alepo es también una casa que acoge a todos: recibe a todos los niños, independientemente de su pertenencia o de su aspecto y condición social, porque en cada niño está la presencia de Dios. Y porque, según las reglas del centro, ningún niño puede ser excluido del aprendizaje y del amor.
El trabajo diario de Judy y de los demás trabajadores en el centro EHIS de Alepo es el ejemplo de la reciprocidad que queremos construir en cada proyecto de acompañamiento del AMU.
A través de las relaciones humanas que nacen espontáneamente, no hay distinción entre los protagonistas: cada uno recibe y puede dar a los demás según sus capacidades y disponibilidad.
Quien ofrece ayuda tiene a cambio un afecto que llena su vida.
«Descubrí una nueva Judy, talentosa y amada por Dios, así que seguiré trabajando con el mismo espíritu, porque estos niños necesitan un gran apoyo, y cualquier cosa que haga por ellos nunca es suficiente para compensar el amor que me dan»