Hugo tenía un problema de adicción al juego. Cuando se dio cuenta de que esto afectaba su serenidad y la de su familia, pidió ayuda y fue recibido en la Casa San Benito.
Desde hace unos meses Hugo, de diecinueve años, es huésped de la Casa San Benito, la estructura del proyecto LiberarSé – Refugio de la Esperanza, donde se acoge a quienes han vivido una condición de dependencia para completar la fase de post-recuperación y reinserción social. El problema de Hugo era el juego: «Yo mismo pedí esta intervención», cuenta el chico, «los problemas que la adicción generó a mis padres eran tantos que las discusiones en casa nunca paraban.»
Hugo es un joven valiente, con una inteligencia extraordinaria y un gran espíritu de servicio, y ahora está en el camino de la rehabilitación para combatir su adicción. En la Casa San Benito aprendió cuán importante es también el aspecto de la espiritualidad: «Aquí en el Refugio, entre la oración y la vida, que me alimenta y me da alegría, descubrí que sin Dios puedo hacer poco.»
Hugo está involucrado en muchas actividades: desde el servicio de cocina hasta la jardinería y el cuidado de los conejos. Los domingos, cuando hay encuentros en la parroquia, es él quien toma el micrófono en la mano y comparte su experiencia con la comunidad.
«San Benito me gusta mucho: sus espacios, pero sobre todo las personas, son ellos los que dan vida a este lugar. Somos pocos, pero tenemos un gran corazón y muchas ganas de mejorar. Quiero dar las gracias a todos los que hacen posible este espacio de recuperación.» Y mirando hacia el futuro no puede dejar de desear poner en práctica el valor de la reciprocidad: «No puedo esperar a terminar mi camino y salir, para devolver con gratitud todo lo que he recibido aquí.»