Las mujeres de la comunidad de Batwa en Burundi, ahora pueden cocinar y lavar con agua potable. Es un gran cambio para los habitantes de la aldea: muchas enfermedades serán evitadas.
“Estamos felices de que finalmente haya agua potable”. Gloriose, una de las mujeres de la comunidad de Batwa de la sub colina de Rwamvura, en la provincia de Ruyigi, en Burundi, sabe que esto fue un cambio radical para su aldea. Antes, las mujeres tenían que caminar una hora para llegar a la colina cercana, cargando barriles que al regresar, llenos de agua, se volvían muy pesados.
Ahora que el agua potable está disponible, la vida de la comunidad ha mejorado. No sólo por la comodidad de no tener que caminar tanto como antes que comenzara el proyecto de la AMU Agua fuente de Vida y Desarrollo en Ruyigi. Pero también desde el punto de vista de la salud.
El agua potable es un recurso esencial para la salud y la calidad de vida. Beber, cocinar y regar con agua no contaminada significa prevenir muchas enfermedades. De hecho, la propia Gloriose dijo hace un año: “Bebemos agua de los arroyos, sucia y llena de gusanos. Y esto tiene como consecuencia una vida que no es la mejor”.
El acceso al agua potable parecía entonces un sueño. Sin embargo, ahora en la entrada del pueblo hay una fuente que se ha convertido en un punto de encuentro: a menudo se puede ver a las madres en fila allí para llenar los contenedores. Mientras que los hombres pueden finalmente regar sus huertos con agua que no sea causa de daño a la salud. Son escenas que no habrían podido verse aquí hace un año.
En aquel momento, también parecía difícil implicar a la comunidad Batwa -que vive en condiciones de aislamiento- en el proyecto. Pero las cosas cambiaron poco a poco.
Toda la comunidad colaboró para obtener este resultado. Los hombres de la aldea participaron en la excavación y el transporte de los materiales. Fue un esfuerzo colectivo que introdujo la conciencia de que el agua potable, como la salud, es un bien común.